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El conflicto ha robado el medio de vida a miles y miles de agricultores del sur del Líbano

 15 marzo, 2024

Noemí Jabois y Ana María Guzelian

Tiro (Líbano), 15 mar (EFE).- Desde el inicio de las hostilidades con Israel hace cinco meses, el joven Ali no ha podido cultivar sus tierras en la aldea libanesa de Aita al Shaab, una de las más castigadas y donde afirma que «todos» los terrenos han quedado inutilizables a causa del fósforo blanco lanzado por las fuerzas israelíes.

En el sur del Líbano, convertido en un frente de guerra entre el grupo chií Hizbulá y el Estado judío, la mayor parte de la población depende total o parcialmente de la agricultura, pero hace tiempo que la situación de seguridad impide salir a los campos y el regreso de los más de 90.000 desplazados.

A los bombardeos y la artillería, se suma el impacto del fósforo blanco, una polémica arma incendiaria que las autoridades libanesas acusan a Israel de utilizar contra el Líbano, denuncia que también hicieron al inicio de los choques Amnistía Internacional (AI) o Human Rights Watch (HRW).

«Ya no se puede plantar en ninguna de las tierras por el fósforo, las dañó todas. A las afueras de la aldea, todos los terrenos están dañados y en la aldea las casas están destrozadas, no es apto para vivir», explicó a EFE Ali, desplazado en la ciudad meridional de Tiro desde el estallido de la violencia.

«Si queremos recoger nuestra cosecha, tenemos que cultivar previamente y hace cinco meses que nos fuimos», agrega el joven, de 25 años.

Sustentos perdidos

El jefe del Sindicato de Agricultores en el sur del Líbano, Mohammad al Houssainy, explicó a EFE que la actividad agrícola está parada desde octubre en una franja fronteriza de unos 1.000 km2, donde están afectados bosques, plantaciones de olivos y las pequeñas fincas anexas a prácticamente cada casa.

La violencia impide llevar a cabo inspecciones para cuantificar las pérdidas, pero Al Houssainy estima que al menos entre 400.000 y 500.000 árboles de varios tipos han quedado dañados, un fuerte varapalo a muchos medios de vida.

«Para recuperarse creo que algunos van a necesitar diez años, aquellos que perdieron sus plantaciones y a los que les llevará diez años hacer nuevas plantaciones. Otros necesitan dos años, porque ahora hay pérdidas, así que para recuperarse y recuperar el dinero necesitarán dos años», dijo.

Sobre el fósforo blanco, explica que el químico tiene dos tipos de efecto en los cultivos: quema los árboles de forma directa y, como «daño colateral», otros mueren a causa de su «hedor».

«Hace apenas unos días, recibí una llamada de un agricultor, es un agricultor grande en Rmeish (área fronteriza). Me dijo que la mitad de su plantación está muriendo, no quemada sino muerta por el hedor del fósforo blanco», relató el sindicalista.

Según indica, hasta ahora el Ministerio de Medio Ambiente solo pudo recoger algunas muestras de tierra durante la breve tregua de finales del pasado año, por lo que hacen falta más pruebas para determinar por cuánto tiempo estarán afectados los terrenos o el impacto del químico en las fuentes de agua.

El sur del Líbano concentra alrededor de la mitad de las casi 60.000 hectáreas de campos de olivos que se esparcen por el país, muchas de las cuales permanecen abandonadas a causa del conflicto o han quedado reducidas a cenizas.

«Un montón de plantaciones de aceite de oliva con entre 60 y 70 años se quemaron por el fósforo blanco», denunció Al Houssainy.

Muerte de ganado

Una desplazada comenta a EFE que ha perdido su granja y ha tenido que dejar a sus vacas con unos conocidos, mientras otro lamenta que ya no cuenta con los ingresos de vender la leche de sus cabras y ni siquiera ha podido ir a comprobar si sus fincas están «envenenadas» por el fósforo.

Noha Salah tuvo que huir de su aldea hace cinco meses, los mismos que sus plantaciones de tabaco y los campos de olivo heredados de su padre llevan abandonados a su suerte. Allí, también plantaban trigo y vegetales para vender como medio de vida.

«También tenemos una granja de cabras, unas 150 cabezas. Todas las crías murieron en el medio, por el fósforo su pelo comenzó a caerse y murieron congeladas de frío», aseguró a EFE.

Mientras su marido y uno de sus hijos han logrado trasladar a las supervivientes a una zona más segura, ella se refugia con el resto de la familia en un albergue de Tiro, gastando en alimentos los «pocos» ahorros que tenían y sin poder trabajar el campo para reponerlos.

«Hemos ido 20 años para atrás con esta guerra, 20 años para atrás», concluyó la mujer. EFE

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