Homenaje a Federico Mayor Zaragoza en la UNESCO: Un Tributo al Legado de un Humanista Global
 26 marzo, 2025
París, 26 mar (UNESCO).— La sede de la UNESCO en París acogió el pasado 19 de marzo un emotivo acto en honor a Federico Mayor Zaragoza, exdirector general de la organización (1987-1999). El evento, que reunió a personalidades políticas, académicas francesas y representantes de la sociedad civil destacaron no solo su trayectoria profesional, sino su incansable compromiso con la paz, el diálogo intercultural y la educación como pilares del desarrollo humano.
La ceremonia comenzó con las palabras de la Directora General de la UNESCO, Audrey Azoulay, quien recordó los hitos biográficos de Mayor Zaragoza con una precisión técnica, subrayando su liderazgo en iniciativas como la Cultura de Paz y su papel en la revitalización de la organización durante una época de transformaciones globales. Sin embargo, fue el discurso del Ministro de Cultura español, Ernest Urtasun, el que dotó al acto de un tono más comprometido. Con un discurso impecablemente estructurado, Urtasun inició su intervención en francés, para honrar el marco institucional, pero en un gesto cargado de simbolismo, anunció que continuaría «en la lengua de Federico Mayor Zaragoza: el español». Este cambio lingüístico no fue solo un tributo a las raíces del homenajeado, sino un reconocimiento a su defensa de la diversidad cultural y el multilingüismo como herramientas contra la homogeneización del pensamiento.
El ministro español recorrió la vida del Mayor Zaragoza como un relato de coherencia ética: desde su juventud como científico y poeta hasta su labor al frente de la UNESCO que modernizó y añadió algunos de sus numerosos logros como la creación de las cátedras UNESCO o la revitalización del patrimonio mundial, material e inmaterial. También evocó su faceta como escritor y su convicción de que las palabras, cuando se alían con la acción, pueden transformar el mundo.
Tras las palabras del ministro Urtasun, el acto dio un giro íntimo y profundamente emotivo con la intervención de Pablo y Federico Mayor Menéndez, hijos del exdirector general. Con voz serena pero cargada de afecto, ambos evocaron las enseñanzas y frases que su padre repetía con convicción, no solo en el ámbito público, sino en la cotidianidad del hogar. «Él nos decía que «no hay mañana sin hoy», que cada acción cuenta», compartió Federico, el menor de los hermanos, mientras el auditorio guardaba un silencio conmovido. Hoy entendemos que esas palabras que nos repetía, no eran solo para nosotros, sino para toda la sociedad», destacando la coherencia entre el hombre público y el padre que los crió con los valores de la escucha, el respeto y la responsabilidad global.
La intervención de ambos hermanos dibujó al líder desde una perspectiva humana: su costumbre de escribir poemas al amanecer, su fe inquebrantable en el diálogo incluso en momentos de tensión y su habilidad para uizar cualquier momento y que no existían conversaciones pequeñas; todo era una oportunidad para aprender».
Esta intervención familiar, cargada de autenticidad, recordó que detrás del estadista visionario había un hombre que vivía lo que predicaba. Como señaló un asistente al final del acto: «Hoy no solo honramos a un exdirector de la UNESCO, sino a un padre cuyas ideas siguen creciendo a través de sus hijos y de todos los que creemos en un mundo mejor. Federico terminó diciendo que si la UNESCO no hubiera tenido a Federico Mayor, la UNESCO tendría que crearlo y si la UNESCO no existiera, Federico Mayor la hubiera inventado.
Ausencias y Oportunidades Perdidas: El Homenaje a Mayor Zaragoza bajo la Mirada crítica de los presentes: la sombra de los que estuvieron pero no hablaron.
Si bien el acto logró conmover con testimonios de sus dos hijos, varios aspectos dejaron una sensación de deuda pendiente con su legado institucional. Aunque la ceremonia contó con la presencia simbólica de figuras clave de su época —como la ex embajadora de República Dominicana Laura Faxas, el exembajador iraní Ahmad Jalali, y Vera Lacoeuilhe, Delegada de Santa Lucía y actual presidenta del Consejo Ejecutivo de la UNESCO—.
El evento reunió a más de una centena de exfuncionarios y colaboradores que trabajaron bajo el liderazgo de Mayor Zaragoza, muchos de los cuales viajaron expresamente para rendirle tributo. Sin
embargo, su presencia quedó relegada al papel de meros espectadores. La única excepción fue Moufida Goucha y Fermín Matoko, excolaborador de Mayor y actual subdirector general de Prioridad África, quienes durante una mesa redonda nombró brevemente a algunos colegas de la época, presentes en la sala y evocó conceptos como la creación por Mayor del Premio. Félix Houphouët-Boigny. No obstante, como señalaron varios asistentes, las intervenciones en este segmento fueron genéricas: «Se habló de ideas nobles, pero sin anclarlas en acciones concretas de Federico Mayor. Podría haberse referido a cualquier director general», comentó un exfuncionario anónimo.
El formato de esta mesa dejó fuera voces claves que podrían haber ilustrado la audacia de su gestión. Por ejemplo, no hubo espacio para recordar cómo frente a escepticismos políticos impulsó la inclusión de saberes indígenas en la ciencia global o la alfabetización de las niñas en América Latina. Tampoco se mencionó su papel en la salvaguardia de patrimonios entonces amenazados, como el de Dubrovnik durante la guerra de los Balcanes o Burundi, creando escuelas de emergencia para los niños. «Fue una oportunidad perdida para educar a las nuevas generaciones de la UNESCO sobre lo que significa liderar con principios».
Cuando el archivo quedó en silencio
La ausencia de un video recapitulativo sobre su trayectoria y la escasa participación de testimonios directos de su mandato generaron un vacío difícil de ignorar. Uno de los puntos más críticos del acto fue la falta de un documental o un diaporama que resumiera visualmente las casi cuatro décadas de vinculación de Mayor Zaragoza con la organización. Sus colegas esperaban imágenes de sus visitas a proyectos educativos en África, sus discursos en la Asamblea General o Consejo Ejecutivo, su diálogo con científicos y artistas. En su lugar, el acto optó por un video de embajadores actuales ajeno a la especificidad de su huella. «Es paradójico: Federico siempre dijo que las palabras sin memoria son humo. Hoy, esa memoria visual brilló por su ausencia», apuntó Laura Faxas, quien trabajó con él en proyectos de diversidad.
«Federico no era un teórico: era un luchador incansable. Hoy solo se habló del luchador, no de las batallas», resumió un ex asesor.
Un homenaje con claroscuros
Pese a estas ausencias, el acto reforzó algo esencial: la vigencia del ideario de Mayor Zaragoza en un mundo fracturado. Los exembajadores y colegas presentes, aunque silenciados en el formato, aprovechan los corrillos posteriores para compartir recuerdos y reafirmar redes de colaboración. «Él nos enseñó que las instituciones las hacen las personas. Hoy, aunque no nos dejaran hablar, estamos aquí. Y eso también es un mensaje», concluyó Vera Lacoeuilhe, en un aparte con exembajadores.
La jornada dejó una enseñanza clara: homenajear a un líder como Mayor Zaragoza exige no solo evocar sus ideas, sino escuchar a quienes las convirtieron en acción. Como escribió él mismo en su poema Las palabras que faltan: «No basta con nombrar el viento / hay que sentir cómo dobla los árboles».
La ceremonia en honor a Federico Mayor Zaragoza encontró su epílogo en la voz y la guitarra de Paco Damas, cantautor granadino conocido por musicalizar versos de poetas comprometidos con la justicia social. Con su interpretación de Paz, poema escrito por el propio Mayor Zaragoza, Damas no solo cerró el acto, sino que tejió un puente entre la palabra escrita y la emoción compartida, devolviendo al auditorio al núcleo esencial del homenajeado: su fe inquebrantable en la paz como acto de creación colectiva.
El tema Paz, incluido en el álbum Voces contra el olvido (2015), ha sido interpretado en foros internacionales, pero nunca antes en la sede de la UNESCO, organización que Mayor dirigió con la convicción de que «la cultura es el cuarto pilar de la paz».
Creo que el mejor homenaje que podemos rendir a Federico Mayor Zaragoza es «seguir trabajando
por esa UNESCO viva que él soñó: no un palacio de discursos, sino un taller de ideas al servicio de la
humanidad». Debemos recordar al hombre, pero sobre todo, reivindicar sus ideales por y para los
pueblos.
Tania Fernández de Toledo
