Izal se regalan una mañana como reyes (magos) del Teatro Real
 06 enero, 2022
6 ene (EFE).- En la ya asentada tradición de regalar a Madrid un concierto ajeno al género lírico en la víspera de Reyes, el Teatro Real y el ayuntamiento de la ciudad han invitado este jueves a su escenario a Izal, otros reyes, pero del «indie» español, acompañados de la Banda Municipal de Madrid.
Ha sido su debut en el coliseo operístico madrileño, tras los pasos de Amaral, Luz Casal y la banda Hinds, que recibió la misma invitación el pasado año, y ello ha permitido descubrir por primera vez su música con arreglos sinfónicos, transmutación notable en la que han salido especialmente bien parados cortes como «Pausa».
Del balance final de la hora de concierto da cuenta el largo aplauso que le ha deparado al quinteto su público, el cual agotó en muy poco tiempo todas las entradas de este evento a beneficio del Banco de Alimentos, la misma organización con la que Izal ya colaboró en lo más crudo de los confinamientos por la covid-19.
Antes de su aparición ante los aproximadamente 1.700 asistentes, el aforo total del Real, la Banda Municipal de Madrid ha tenido unos minutos propios de protagonismo en los que, bajo la dirección del maestro Jan Cober, han calentado la atmósfera con una interpretación grandilocuente del «Paint it, black» de The Rolling Stones.
«¡Qué fuerte!», ha exclamado Mikel Izal al irrumpir acto seguido junto a sus compañeros, cuando pasaban 15 minutos de las 12 del mediodía, «nerviosos» según han reconocido después, e ilusionados también para ofrecer un repertorio breve pero significativo en el que han hecho parada en sus composiciones más emblemáticas.
Entre cantos de pájaros y un fondo de un rojo intenso, como en un amanecer, el primer tema que ha sonado ha sido «Meiuqer», de su más reciente álbum «Hogar» (2020), que ha evolucionado desde la levedad hacia la grandiosidad orquestal, para acabar de nuevo en el susurro «a capella» de su vocalista.
A pesar de la cuerda «desafinada» de una de las guitarras del grupo, muchos han mostrado su regocijo al identificar después las primeras notas de «Pequeña gran revolución», de su disco «Copacabana», del que a continuación ha sonado asimismo el corte titular, con el aliento contenido hasta la última nota, cuando las expectativas colmadas se han convertido en sonoros aplausos.
Con cada canción un color distinto ha pintado el fondo del escenario y, tras «Inercia» (el otro corte de «Hogar» que se ha colado en el repertorio), los muros se han teñido de savia (como no podía ser de otra forma) para nutrir el que fue el primer éxito de Izal, «La mujer de verde».
Mikel Izal, que hasta este momento se había atenido a la «solemnidad» del Real para guardar silencio entre canción y canción y «no decir tonterías», ha pedido entonces al público que rompiese la rigidez y se dejara llevar para entonar los «uo-uo» de su tramo final. «¡Aunque sea el Teatro Real, podéis corear!», les ha recordado.
Esa exaltación ha encadenado bien con «El baile», ya efusivo en sus coordenadas originales de pop catártico con sintetizadores, aunque si hay un tema al que su reencarnación sinfónica le ha sentado especialmente bien ha sido, por contraposición, la calma de «Pausa».
Sin perder la templanza que demanda su mensaje, en la sencillez de sus arreglos ha encontrado terreno para crecer y evolucionar, con varios instantes de escalofrío, sobre todo en una segunda parte añadida y puramente instrumental en la que la música se revuelve y las revoluciones se disparan, hasta provocar el aplauso más largo y efusivo de la velada.
«¡Gracias por este calor en esta mañana fría! ¡Estábamos muy nerviosos, pero ha salido todo bien!», ha celebrado Mikel Izal en ese punto, antes de agradecer la colaboración de la Banda Municipal de Madrid y la invitación del Ayuntamiento de Madrid, ciudad en la que nació su grupo hace ya más de una década.
Aún ha quedado tiempo para un par de sorpresas de regalo. La primera, su versión del clásico de Mecano «Un año más», con cuenta atrás incluida. La segunda, un auténtico bis arrancado en el tiempo de descuento por el clamor popular, para el que han reinterpretado «Pequeña gran revolución», esta vez sin ninguna cuerda díscola.
Javier Herrero, EFE.