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– De cayucos y azulejos: las historias que no se cuentan en los pueblos pesqueros de Senegal

 17 abril, 2025

Kayar (Senegal), 17 abr (EFE).- En pueblos pesqueros de Senegal como Kayar, el día a día lo marcan los cayucos, las embarcaciones que usan los emigrantes para cruzar el océano Atlántico hacia Europa. Aunque las familias de aquellos que llegan a su destino reciben dinero y lujos, hay otra cara de esta realidad que pasa desapercibida: miles mueren en el viaje.

Al menos 12.500 personas buscan a familiares cuyo rastro se perdió en el mar en Senegal, según datos recopilados por la Federación Nacional de Familias de Emigrantes Desaparecidos.

A poco más de 300 metros de la playa de Kayar vive Hadi, una mujer cercana a los 70 años. La fachada de su casa luce azulejos de arriba a abajo, indicativo de que allí vive la familia de un emigrante instalado en Europa. En el caso de Hadi, cuatro hijos le envían dinero regularmente desde Europa, mientras ella ejerce de madre de dos niñas y un niño, sus nietos.

Hadi aún no ha pedido ayuda a la federación de familias de desaparecidos, a pesar de la mujer no sabe nada de su hija desde que partió hacia el archipiélago español de las islas Canarias, en el Atlántico, el 9 de octubre de 2023.

Desaparecida en el mes con más llegadas

Aquel octubre fue un mes histórico en llegadas de inmigrantes a las costas españolas. Nunca antes habían llegado a Canarias tantos en un solo mes: 15.729 en 182 cayucos. Tres barcas diarias; la mayoría, de Senegal. Pero sin noticias de la hija de Hadi y sus 85 compañeros de travesía.

La mujer accede a contar a EFE su historia. Quiere creer que su hija, de 23 años, sigue viva.

Con una esperanza alimentada en base a rumores, conjetura que quizás esté en una cárcel de Marruecos donde no le permiten llamar, «o en Túnez», aunque es casi imposible que un cayuco se haya pasado de largo Canarias para entrar en el Mediterráneo.

La presidenta la Federación de Familias de Migrantes Desaparecidos, Yayi Bayam Diouf, pasó por lo mismo: su hijo tomó una barca a España en 2006, en la primera oleada migratoria masiva a Canarias y nunca más ha sabido de él. Desde entonces, trabaja con grupos de madres que se ayudan entre sí.

Un certificado que ponga en marcha todo

«No podemos llorarlos porque no hemos visto los cuerpos. Es difícil», explica a EFE Yayi Bayam, que defiende que lo primero que necesitan las madres como Hadi es que el Gobierno de su país les expida un certificado de desaparición. Con él en la mano, podrían plantearse «otras gestiones hasta llegar a obtener el certificado de defunción».

Hadi está aún lejos de emprender ese camino. Su hija era una de esas jóvenes que cada tarde iban a la playa a ver el trajín de los barcos que salían o regresaban de pescar, pero la mujer nunca supo que su hija quisiera emigrar. Se enteró cuando le contaron que se había marchado en un cayuco.

En Kayar, por debajo del bullicio que rodea a los barcos en la playa y del trasiego de carretas de caballos que van y vienen por la calle principal, un duelo silencioso atraviesa todo el pueblo, porque abundan las madres, esposas y hermanos que sufren una pena muy similar, de la que casi nadie habla.

El día que Hadi comparte con EFE su historia, la Embajada de España en Senegal y Casa África proyectan en la plaza ‘Los cayucos de Kayar’, el documental donde el actor Thimbo Samb, un joven del pueblo que emigró en patera a Canarias en 2006, explica por primera vez a los suyos el desgarro que hay detrás de su historia de éxito.

Hadi está segura de que «los jóvenes del pueblo lo van a seguir intentando» a pesar de todo, «porque creen que hay un futuro en Europa». Solo se quedan con las historias de los amigos a los que les ha ido bien y se han construido buenas casas en Kayar. EFE

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