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Golpe a la empresa láctea: cuando alimentar a la vaca vale más que su leche

 03 abril, 2022

Zaragoza, 3 abr (EFE).- La crisis de las materias primas agrícolas, agravada por la invasión de Ucrania, está golpeando de lleno a la industria láctea, que ve cómo un litro de leche se paga a entre 0,39 y 0,42 céntimos cuando un kilo de maíz cuesta entre 0,40 y 0,42 o un kilo de soja a alrededor de 0,60, siendo ambos elementos imprescindibles para la alimentación del ganado.

José Barrau, propietario de la Quesería Villa Corona, una empresa ubicada en El Burgo de Ebro (Zaragoza), cuenta a Efe que esta circunstancia está obligando a muchos ganaderos a empezar a sacrificar vacas productivas, todas aquellas que están por debajo de los treinta litros de leche diarios. Mantener a estas cabezas no cubre costes, asegura, y ellos producen a pérdidas.

Si una explotación de vacuno para leche tiene 1.200 cabezas, como mantiene Barrau en sus dos granjas (una en Monzón y otra en Sangarrén, en Huesca), 600 de ellas son las que son productivas, pero todas comen.

Y así, cuando el porcentaje normal de sacrificio en una explotación es del 15 o el 20 por ciento de las reses, las que han acabado su vida útil, muchas empresas están llegando ya, asegura Barrau, al 30 o al 40 %; «y porque los mataderos no admiten más, porque la carne sí que ha subido de precio», relata.

La guerra ha traído consigo a los grandes especuladores. Las compañías especializadas en compras de cereal a futuro están incluso recomprando lo que ya habían vendido y hay grandes países exportadores, como Argentina, que están reteniendo su producción, pero también lo hacen otros más pequeños como Serbia o Montenegro.

Y mientras, explica Barrau, en la Unión Europea no hay suficiente maíz ni soja para las vacas, pero tampoco para los cerdos o los terneros.

Además, a este problema se une el que el que se cultiva en España se ve sometido a grandes tensiones, como el incremento del precio de los abonos, que se ha triplicado en el caso de la urea por ejemplo, al pasar de trescientos euros a mil por hectárea y que tampoco se produce en el país, o el del agua, que ha duplicado su factura para los regantes.