Hassan, la presidenta que pasó de la reconciliación a la represión en Tanzania
 27 octubre, 2025
Nairobi, 27 oct.- Con un cuarto de siglo de carrera política y con el hito de ser la primera mujer en alcanzar la Presidencia en Tanzania, Samia Suluhu Hassan se enfrenta este miércoles por primera vez a las urnas en unas elecciones donde su victoria parece asegurada por la exclusión de sus dos principales rivales.
«Hemos cumplido y los resultados son visibles. Estamos seguros de que podemos consolidar los logros alcanzados», dijo recientemente en un mitin Hassan, de 65 años, que llegó a la Jefatura del Estado en 2021 tras la repentina muerte de su antecesor, John Magufuli, de quien era vicepresidenta.
Entonces, Hassan abogó por una agenda centrada en las cuatro erres de «reconciliación, resiliencia, reformas y reconstrucción», marcando una ruptura con la represión de la disidencia, los ataques contra la prensa y el negacionismo acérrimo de la covid-19 de Magufuli.
Pero ese soplo de aire fresco inicial sólo duró un tiempo, antes de que los secuestros, las desapariciones forzosas y las detenciones abritrarias se dispararan, mientras la mandataria fue priorizando a sus partidarios en las instituciones y en su propia formación, el histórico Partido de la Revolución (CCM, por sus siglas en suajili).
Este cambio de rumbo ha hecho que su país cayera de la categoría de «parcialmente libre» en 2020 en el índice Freedom House a la de «no libre» en 2025.
Larga carrera política
Hassan es el primer jefe de Estado tanzano nacido en Zanzíbar, archipiélago que integra la unión de la República de Tanzania, donde nació el 27 de enero de 1960 siendo ese territorio un sultanato.
Cursó estudios universitarios de Administración Pública y Economía en Tanzania y Reino Unido y, en el año 2000, se postuló a un cargo público. Fue elegida como miembro especial de la Cámara de Representantes de Zanzíbar y nombrada ministra por el presidente zanzibarí Amani Karume.
Era la única ministra de alto rango en el gabinete y llegó a soportar el desprecio de sus colegas masculinos debido a su género.
En 2010, entró en la Asamblea Nacional de Tanzania y el presidente tanzano Jakaya Kikwete la designó ministra de Estado para Asuntos de la Unión.
Cuatro años más tarde, fue elegida vicepresidenta de la Asamblea Constituyente encargada de redactar la nueva constitución del país.
Ya en julio de 2015, Magufuli la eligió como compañera de fórmula para las elecciones de ese año, convirtiéndose en la primera mujer en ocupar esa posición en el CCM. Posteriormente, sobresalió como la primera mujer vicepresidenta en la historia del país.
Antes, en 1978, Hassan, de cuya vida personal no se sabe demasiado, se casó con el funcionario agrícola Hafidh Ameir, con quien tiene cuatro hijos.
Talante discreto
De voz suave, Hassan es conocida por su talante moderado y discreto y llegó a la Presidencia en 2021 con fama de «constructora de consensos», en contraste con su antecesor, un populista apodado «la apisonadora».
Entre sus primeras medidas, la presidenta levantó la prohibición sobre mitines políticos y puso fin a las restricciones impuestas a medios de comunicación.
En este contexto, regresó al país en enero de 2023 tras años de exilio en Bélgica Tundu Lissu, actual líder de la principal formación opositora, el Partido de la Democracia y el Progreso (Chadema).
Años antes, Hassan había dejado claro que no tiene miedo de actuar por su cuenta al visitar a Lissu en 2017 en un hospital de Nairobi, después de que éste sobreviviera a un intento de asesinato que sus partidarios atribuyeron a agentes estatales tanzanos.
Conocida afectuosamente como «Mama Samia» -tratamiento que en la cultura suajili implica respeto- la entonces vicepresidenta ya afirmó en un discurso en 2020: «Puedo parecer educada y no gritar cuando hablo, pero lo más importante es que todos entiendan qué digo y que las que cosas se hagan como yo digo».
Para asegurar que se hace lo que ella dice, Hassan ha hecho en los últimos años nombramientos en diferentes instituciones -como la Comisión Electoral Nacional Independiente (INEC), el sector judicial o las fuerzas de seguridad- para garantizar su lealtad.
Además, su tono habitualmente moderado se ha ido resquebrajando, como cuando criticó el pasado mayo la intromisión extranjera, después de que destacados activistas y abogados kenianos fueran detenidos en Tanzania tras viajar para seguir el proceso de Lissu.
«Que no vengan a perturbarnos (…). Ya han desestabilizado sus países y la única nación en paz que queda es Tanzania», advirtió.
























